La situación ha llevado al cierre de al menos doce establecimientos y ha motivado protestas simbólicas para exigir un diálogo con la Alcaldía. Los propietarios de bares y restaurantes de esta tradicional zona gastronómica y de vida nocturna aseguran que la intensificación de los controles de tránsito y policía, especialmente en las horas de mayor afluencia, ha ahuyentado a la clientela, provocando una caída drástica en las ventas. A esto se suma la medida de cierre obligatorio a la 1:00 a.m., que consideran perjudicial para la dinámica del sector. Para visibilizar su situación, los comerciantes realizaron una protesta simbólica en la que cargaron un ataúd, manifestando que las políticas actuales están “enterrando” sus negocios. “Esto nos está llevando a sepultar varios negocios que por años fueron referentes en la ciudad”, expresó uno de los afectados. Además de los operativos, los empresarios denuncian el deterioro de la infraestructura del parque, incluyendo la falta de alumbrado público y el mal estado de las esculturas, lo que, según ellos, genera una percepción de inseguridad. La asociación Asobares ha advertido que esta problemática no es exclusiva del Parque del Perro, sino que se extiende a otros 16 corredores gastronómicos de la ciudad. Por su parte, la Secretaría de Movilidad ha defendido los operativos, argumentando que fueron socializados previamente y tienen como objetivo mejorar la seguridad vial y el orden en el espacio público. Sin embargo, los comerciantes insisten en la necesidad de mesas de diálogo para encontrar un equilibrio que no sacrifique la viabilidad económica de sus establecimientos.