El fenómeno no solo tiene un valor estético, sino también ambiental y social.

Los guayacanes ayudan a mitigar el calor, capturan dióxido de carbono y sirven de refugio para aves y polinizadores como abejas y mariposas, lo que es vital para la biodiversidad urbana. Expertos como el ingeniero forestal Narciso Rodríguez, de la CVC, señalan que la presencia de estos árboles contribuye al bienestar emocional de los habitantes e incluso aumenta el valor de las viviendas cercanas. Sin embargo, también existe una preocupación por el cambio climático, que podría alterar los ciclos de floración.

Las autoridades ambientales hacen un llamado a proteger estas especies y a sembrar de manera responsable, consultando al DAGMA para asegurar que los nuevos árboles sean adecuados para el entorno urbano.