Este clima de temor coincide con una caída sostenida en la aprobación del alcalde Alejandro Eder, cuya desaprobación (44,6%) supera ahora su respaldo (37,5%).

El sondeo, realizado entre el 9 y el 19 de agosto, muestra un panorama de pesimismo generalizado: el 52,6% de los encuestados considera que la ciudad está empeorando. La gestión del alcalde Eder ha sufrido un notable desgaste desde febrero, cuando contaba con un 46% de aprobación y un 42% de desaprobación. Para agosto, las cifras se invirtieron, consolidando un descontento que se refleja en la intención de voto: solo un 29% volvería a votar por él, mientras que un contundente 60,1% no lo haría.

Otros problemas identificados por los ciudadanos, aunque con mucha menor intensidad, son la infraestructura y las vías (7,9%), la corrupción (5,8%) y el desempleo (5,4%). La percepción de inseguridad, alimentada por recientes atentados, se ha convertido en el factor que más limita la vida cotidiana y define la evaluación de la administración. El estudio concluye que el gobierno de Eder necesita mostrar resultados visibles, especialmente en seguridad, para reconectar con una ciudadanía que siente más frustración que esperanza.