La crisis de seguridad de Cali también se manifestó dentro de su principal centro penitenciario, donde un intento de motín evidenció la tensión y las complejas dinámicas de poder que operan tras los muros. El hecho requirió una rápida intervención de las autoridades para evitar una fuga masiva. El 26 de agosto, la cárcel de Villahermosa fue escenario de graves disturbios en el patio 1A. Varios internos se enfrentaron a la guardia del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), arrojando objetos y generando caos en lo que fue descrito como un intento de motín y posible fuga. Videos grabados desde el interior del penal y difundidos en redes sociales mostraron la intensidad de los enfrentamientos.
Aunque no se reportaron fugas, las autoridades confirmaron que algunos privados de la libertad resultaron con heridas leves. La situación fue controlada gracias a la intervención de los custodios del Inpec y el apoyo de la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (Undmo) de la Policía Nacional. Las autoridades investigan las causas del motín, y una de las hipótesis que se maneja es que podría estar relacionado con las disputas entre estructuras criminales que tienen influencia tanto dentro como fuera de la cárcel, como la confrontación entre los grupos de alias ‘Dimax’ y alias ‘Chinga Pipe’, vinculada a recientes actos sicariales en la ciudad. Este incidente pone de manifiesto la fragilidad del sistema carcelario y cómo los conflictos de la calle se replican y magnifican en los centros de reclusión.
En resumenEl intento de motín en la cárcel de Villahermosa es un reflejo de cómo la inestabilidad y las disputas criminales de Cali se extienden al sistema penitenciario. Aunque la situación fue controlada sin fugas, el evento subraya la necesidad de abordar las causas estructurales del conflicto que alimentan la violencia tanto dentro como fuera de la prisión.