Ethan nació con una anemia severa que puso su vida en riesgo inmediato.

Su madre, Julieta Muñoz, oriunda de San Gil, vivió dos meses y medio de angustia mientras su hijo luchaba por sobrevivir en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.

Un equipo multidisciplinario de neonatólogos, pediatras, terapeutas y enfermeras trabajó sin descanso para estabilizarlo.

La pediatra Ana María Reyes explicó que el bebé “requirió soporte de muchos órganos, incluso de su corazón.

Por eso la sangre donada fue vital para su recuperación”.

La supervivencia de Ethan, a quien el personal del hospital bautizó como el “bebé milagro”, se convirtió en un poderoso testimonio del impacto de la medicina de alta complejidad y, sobre todo, de la generosidad de los donantes anónimos.

Julieta Muñoz expresó su profunda gratitud: “Gracias a Dios y al equipo del hospital hoy puedo decir que me lo llevo sano a casa.

Sin esas transfusiones mi hijo no estaría aquí”.

El HUS aprovechó el caso para reiterar a la comunidad el llamado a donar sangre, un recurso indispensable para atender emergencias y casos de alto riesgo que se presentan a diario.