Un intenso temporal de lluvias, acompañado de granizo, causó graves afectaciones en diversos sectores de Bucaramanga y su área metropolitana, obligando a las autoridades a activar planes de contingencia. Las inundaciones en vías principales y daños materiales evidencian la vulnerabilidad de la infraestructura urbana ante fenómenos climáticos extremos. La tarde del lunes 1 de septiembre se convirtió en un escenario de caos para la movilidad y el comercio en el área metropolitana de Bucaramanga. La Oficina de Gestión del Riesgo informó que las precipitaciones tuvieron mayor impacto en Girón, pero los reportes ciudadanos y de comerciantes confirmaron la caída de granizo en el sector de Chimitá y en la Central de Abastos de Bucaramanga. Las consecuencias fueron inmediatas: importantes vías como la que comunica Lebrija con Girón, el Anillo Vial y la vía Chimitá registraron severas inundaciones.
Uno de los puntos más críticos fue el peaje cercano al Aeropuerto Internacional Palonegro, que quedó completamente anegado, forzando restricciones viales y la intervención de equipos de tránsito para establecer desvíos. Además de las afectaciones a la movilidad, se reportó la caída de árboles y daños en el comercio de la Central de Abastos. Ante la emergencia, la Oficina para la Gestión del Riesgo de Desastres (OGRD) activó su Sala de Crisis para mantener un monitoreo permanente de las cuencas hídricas y puntos vulnerables. El jefe de la OGRD, Eduard Jesús Sánchez Ariza, emitió una serie de recomendaciones a la ciudadanía, instando a conducir con precaución, no arrojar residuos a las alcantarillas y atender los reportes oficiales, ya que se advirtió sobre la continuidad de las precipitaciones. Afortunadamente, hasta el cierre de las ediciones no se reportaron víctimas fatales, mientras los organismos locales continuaban con la evaluación de daños y la atención a las comunidades afectadas.
En resumenLa emergencia climática en Bucaramanga y su área metropolitana puso a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades y evidenció la necesidad de fortalecer la infraestructura para mitigar los efectos de las lluvias. La rápida acción de los organismos de socorro y la OGRD fue clave para gestionar la crisis, aunque la región permanece en alerta ante la previsión de más lluvias.