Una alarmante escalada de violencia ha sacudido a Barranquilla, marcada por una masacre y un doble homicidio, lo que ha encendido las alarmas sobre el posible fin de la tregua entre 'Los Costeños' y 'Los Pepes'. La tranquilidad que se había percibido en octubre tras el anuncio de un pacto de no agresión entre las dos principales estructuras criminales de la ciudad parece haberse roto abruptamente. La noche del miércoles, en la urbanización Villa Cordialidad, cuatro sicarios en motocicletas abrieron fuego indiscriminadamente en un polideportivo, dejando un saldo de tres personas muertas y dos heridas. Las autoridades, a través del subcomandante de la Policía Metropolitana, coronel Belkin Villarreal, señalaron que la información preliminar indica que este “hecho sicarial estaría relacionado con un posible ajuste de cuentas entre miembros del grupo delincuencial Los Pepes y Los Costeños“.
Una de las víctimas mortales, Eider Manuel Padilla Guerra, tenía antecedentes por porte de estupefacientes.
Horas más tarde, la violencia se trasladó al barrio Me Quejo, donde dos jóvenes, Kelvis Enrique Hernández Chica y Kenet Alexander Celín Benítez, fueron asesinados mientras jugaban dominó en la terraza de una vivienda. Estos eventos, que constituyen la cuarta masacre del año en el Atlántico, han reavivado el debate sobre la efectividad de la paz urbana promovida por el Gobierno Nacional y la vigencia real de la tregua firmada por Digno Palomino y alias 'Castor', la cual se suponía debía extenderse hasta enero de 2026. La intensidad y la naturaleza de los ataques sugieren una reactivación de las disputas territoriales, revirtiendo la tendencia a la baja en homicidios y generando una profunda preocupación en la ciudadanía sobre un posible recrudecimiento del conflicto.
En resumenLa reciente ola de asesinatos sugiere la fragilidad de la tregua entre 'Los Costeños' y 'Los Pepes', lo que plantea serias dudas sobre la viabilidad de los procesos de paz urbana y genera una alerta máxima en materia de seguridad pública en Barranquilla.