Una de las víctimas mortales, Eider Manuel Padilla Guerra, tenía antecedentes por porte de estupefacientes.

Horas más tarde, la violencia se trasladó al barrio Me Quejo, donde dos jóvenes, Kelvis Enrique Hernández Chica y Kenet Alexander Celín Benítez, fueron asesinados mientras jugaban dominó en la terraza de una vivienda. Estos eventos, que constituyen la cuarta masacre del año en el Atlántico, han reavivado el debate sobre la efectividad de la paz urbana promovida por el Gobierno Nacional y la vigencia real de la tregua firmada por Digno Palomino y alias 'Castor', la cual se suponía debía extenderse hasta enero de 2026. La intensidad y la naturaleza de los ataques sugieren una reactivación de las disputas territoriales, revirtiendo la tendencia a la baja en homicidios y generando una profunda preocupación en la ciudadanía sobre un posible recrudecimiento del conflicto.