Su red, compuesta por al menos 15 personas, aterrorizaba a propietarios de tiendas, ferreterías, billares y farmacias en barrios como Chiquinquirá, Rebolo, San José y Montes.
El modus operandi de la banda era particularmente violento: para forzar los pagos, disparaban contra las fachadas de los negocios e incluso les prendían fuego, acciones que fueron documentadas por la policía y servirán como material probatorio. El general Edwin Masleider Urrego Pedraza, comandante de la Policía Metropolitana, afirmó que “estos resultados son el reflejo del trabajo articulado entre nuestras unidades especializadas y la Fiscalía General de la Nación, con el objetivo de debilitar estructuras criminales que afectan la tranquilidad de los comerciantes”.
Durante los allanamientos se incautó una pistola traumática modificada para aumentar su poder destructivo y varios teléfonos celulares que están siendo analizados.
Este operativo no solo neutraliza a una parte activa de la organización, sino que también expone las fallas en el sistema penitenciario que permiten a los cabecillas seguir controlando sus operaciones criminales desde la reclusión.