Esta desconfianza se fundamenta en la cruda realidad de la seguridad en la ciudad, ya que, a pesar de los diálogos de paz, entre el 10 de julio y el 30 de agosto se registraron 121 asesinatos en Barranquilla y su área metropolitana. En paralelo al anuncio de la tregua, la Policía Metropolitana asestó importantes golpes a la organización. En una operación, se realizaron seis allanamientos que resultaron en la captura de ocho presuntos integrantes y la notificación judicial de otros seis en centros penitenciarios. Se estableció que esta célula, bajo el mando de alias ‘Otón’ desde la cárcel La Tramacúa, extorsionaba a comerciantes en barrios como Chiquinquirá, Rebolo y San Roque, recurriendo a ataques armados e incendios contra los negocios para forzar los pagos. El general Edwin Urrego, comandante de la Policía, afirmó que estos resultados reflejan un trabajo articulado para "debilitar estructuras criminales que afectan la tranquilidad de los comerciantes".