Este impacto trasciende la gastronomía, beneficiando a sectores como el hotelero, transporte y logística.
Patricia Maestre de Celia, directora del evento, destacó la madurez alcanzada: “Hemos llegado a la mayoría de edad con una feria sólida, profesional y con calidad.
Hoy Sabor Barranquilla tiene una voz fuerte para defender nuestra cultura y nuestra sociedad desde las cocinas del Caribe”.
Bajo el lema “La cocina es VIDA”, la feria no solo fue una vitrina de sabores, sino también un espacio para la reflexión sobre la sostenibilidad y el apoyo a la economía popular, con más del 30% de los 165 expositores siendo microempresarios. La colaboración interinstitucional fue fundamental, uniendo a la Cruz Roja, Fenalco, Corferias y entidades como el SENA y la Cámara de Comercio de Barranquilla. Jacqueline Rojas Solano, directora del SENA Atlántico, afirmó que la participación de la entidad refleja el compromiso con la formación y la innovación, destacando el talento de aprendices y emprendedores. El evento también sirvió como plataforma para cocineros tradicionales como Rosita Bertel, quien expresó: “Mi cocina es mi manera de cuidar la memoria de los Montes de María. Cada plato es una historia de resistencia y de amor a la tierra”. De esta manera, Sabor Barranquilla se posiciona no solo como un festival culinario, sino como un proyecto de ciudad que integra la tradición, la innovación y el desarrollo económico.