Las negociaciones se vieron bloqueadas por las profundas divisiones entre los países.

Por un lado, naciones árabes se opusieron firmemente a incluir cualquier mención a la eliminación de los combustibles fósiles en la declaración final. Por otro lado, la Unión Europea y otros bloques expresaron su “decepción” y consideraron el borrador brasileño como un retroceso, ya que ni siquiera contenía las palabras “fósiles” o “petróleo”. El presidente de la COP30, el diplomático brasileño André Corrêa do Lago, intentó sin éxito cerrar la cumbre con un consenso, pero las desavenencias sobre el futuro del petróleo, el gas y el carbón resultaron insuperables. La falta de acuerdo pone de manifiesto las dificultades para alcanzar un consenso global en la lucha contra el cambio climático y amenaza con extender las negociaciones más allá del calendario original, un hecho recurrente en la historia de estas cumbres. La situación se vio agravada por un incendio en la 'Zona Azul' de la sede, que obligó a evacuar las instalaciones y suspendió temporalmente los diálogos.