Un masivo despliegue militar estadounidense en el mar Caribe, justificado por Washington como una operación contra el narcotráfico, ha elevado las tensiones con Venezuela a su punto más alto en décadas. La operación, que incluye el portaaviones USS Gerald Ford, ha sido calificada por el gobierno de Nicolás Maduro como una provocación y una amenaza directa a su soberanía. La operación, denominada 'Lanza del Sur', es el mayor despliegue en la región desde la Crisis de los Misiles de 1962 e involucra al portaaviones nuclear, destructores, un submarino y numerosas aeronaves posicionadas a solo 11 kilómetros de aguas territoriales venezolanas.
El presidente Donald Trump ha mantenido una postura ambigua, afirmando que tiene “algo muy específico que decirle” a Maduro y sin descartar el envío de tropas, mientras simultáneamente se muestra dispuesto a dialogar. En respuesta, el gobierno de Maduro ha movilizado a unos 200.000 militares para ejercicios de defensa y ha reforzado su propaganda contra las “amenazas imperiales”. La situación se ha complicado con el apoyo logístico de varios países de la región a EE.
UU., como Trinidad y Tobago, cuyo respaldo ha sido calificado por Caracas como una “provocación hostil”.
Otros países como Guyana, El Salvador y Panamá también colaboran, aunque con distintos niveles de compromiso.
La Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.
UU. emitió una alerta para que las aeronaves civiles extremen la precaución al sobrevolar Venezuela debido al “aumento en la actividad militar”.
En resumenEl despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe, liderado por el portaaviones USS Gerald Ford, ha intensificado la confrontación con Venezuela. Mientras Washington lo justifica como una operación antinarcóticos, Caracas lo denuncia como una amenaza a su soberanía, respondiendo con movilizaciones militares y una escalada retórica en un ambiente de alta tensión regional.