El ataque más mortífero tuvo como objetivo el mayor campo de refugiados palestinos del sur del Líbano, Ain el Helu, donde murieron al menos 13 personas. Las versiones sobre el objetivo del bombardeo son contradictorias: mientras el Ejército israelí asegura haber destruido un campo de entrenamiento de Hamás y difundió imágenes del edificio destruido, testigos y Hamás sostienen que el lugar era un campo deportivo donde jóvenes jugaban fútbol, sin presencia de milicianos. La violencia ha continuado, con Israel emitiendo nuevas alertas de ataques e instando a la evacuación de dos pueblos en el sur del Líbano ante una ofensiva inminente. La situación se ha complicado aún más con la denuncia de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL), que acusó al ejército israelí de haber disparado contra miembros de su fuerza de mantenimiento de la paz durante una patrulla, aunque sin causar heridos. Israel negó haber atacado deliberadamente a la ONU.
Estos incidentes se producen en paralelo a los ataques israelíes contra objetivos de Hezbolá, lo que demuestra una peligrosa expansión de las hostilidades más allá de Gaza.













