La divulgación de nuevos correos electrónicos del caso Jeffrey Epstein ha reavivado la controversia sobre los vínculos del pederasta con figuras de alto poder, implicando directamente al presidente Donald Trump y generando una nueva batalla política en Washington. Miembros del Partido Demócrata en el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes publicaron tres correos electrónicos en los que Epstein aseguraba que Donald Trump “sabía de las chicas” y que había “pasado horas en mi casa” con una de las víctimas de su red de tráfico sexual. Estas revelaciones alimentaron nuevamente las dudas sobre la naturaleza de la relación entre el financiero y el actual presidente. La Casa Blanca calificó las acusaciones como una “narrativa falsa” y una “cacería de brujas”.
En respuesta, Trump contraatacó pidiendo al Departamento de Justicia que investigue los presuntos vínculos de Epstein con el expresidente Bill Clinton y otros demócratas.
Siguiendo las órdenes del presidente, la fiscal general Pam Bondi asignó un fiscal especial para indagar estas conexiones.
Por su parte, los republicanos publicaron más de 20.000 documentos del caso, argumentando que los demócratas estaban presentando información sin contexto para dañar la imagen del mandatario. La controversia ha escalado al punto de que una estatua de Trump y Epstein tomados de la mano, con la inscripción “mejores amigos por siempre”, reapareció en Washington, simbolizando la persistencia del escándalo en el debate público.
En resumenEl caso Epstein ha vuelto a la escena política estadounidense con la filtración de correos que sugieren que Donald Trump conocía las actividades delictivas del financiero. La Casa Blanca lo niega y contraataca pidiendo investigar los lazos de Epstein con los demócratas, utilizando el escándalo como un arma en la polarizada arena política de Washington.