En respuesta, Trump contraatacó pidiendo al Departamento de Justicia que investigue los presuntos vínculos de Epstein con el expresidente Bill Clinton y otros demócratas.

Siguiendo las órdenes del presidente, la fiscal general Pam Bondi asignó un fiscal especial para indagar estas conexiones.

Por su parte, los republicanos publicaron más de 20.000 documentos del caso, argumentando que los demócratas estaban presentando información sin contexto para dañar la imagen del mandatario. La controversia ha escalado al punto de que una estatua de Trump y Epstein tomados de la mano, con la inscripción “mejores amigos por siempre”, reapareció en Washington, simbolizando la persistencia del escándalo en el debate público.