El ejército israelí ha continuado sus ataques, causando al menos dos muertes recientes, y ha destruido más de 1.500 edificios desde el acuerdo, acciones que según expertos violan sus términos.

La vida cotidiana de los gazatíes está marcada por la devastación; el término “urbicidio”, o destrucción deliberada de ciudades, ha sido utilizado para describir una situación donde la proporción de estructuras arrasadas en lugares como Rafah supera a la de Hiroshima. Cientos de miles de palestinos regresan a hogares en ruinas, enfrentando escasez de alimentos, agua y atención médica.

La ayuda humanitaria que ingresa es insuficiente, y las primeras lluvias del invierno han inundado los precarios campamentos.

El acuerdo de paz avanza lentamente, con el intercambio de cuerpos de fallecidos entre ambas partes. En el plano diplomático, la Unión Europea debate una propuesta para entrenar a 3.000 policías palestinos para un futuro despliegue en Gaza, mientras Francia ha anunciado la creación de un comité conjunto con la Autoridad Palestina para redactar la constitución de un Estado palestino, reconocido por París en septiembre.