La tensión se ha visto exacerbada por las ambiguas declaraciones del presidente Donald Trump, quien afirmó: “En cierto modo tomé una decisión”, sin ofrecer detalles sobre sus próximos pasos.

En respuesta, Maduro ha ordenado un “despliegue masivo” de sus fuerzas militares, convocando a una “vigilia y marcha permanente” y activando planes de defensa para pasar a la “lucha armada”.

La situación se complica con ejercicios militares conjuntos entre EE.

UU. y Trinidad y Tobago, calificados por Caracas como “irresponsables”.

La líder opositora María Corina Machado ha instado a los militares venezolanos a “bajar las armas” y no atacar a la población.

El Kremlin ha intervenido, pidiendo a EE. UU. no tomar medidas que desestabilicen Venezuela, mientras que Caracas ha denunciado el despliegue ante la ONU, advirtiendo sobre el riesgo de una “nueva Gaza” en Suramérica. Este escenario configura un peligroso pulso geopolítico, donde la demostración de fuerza estadounidense choca con la preparación defensiva de Venezuela, creando una atmósfera de alta volatilidad en toda la región.