En la apertura, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva instó a vencer a los “negacionistas del clima”. Uno de los principales retos de la cumbre es la financiación. Se debate una hoja de ruta para recaudar 1,3 billones de dólares anuales hasta 2035 para la transición energética, después de que los países desarrollados incumplieran su promesa anterior de 100 mil millones anuales. Brasil ha propuesto la creación del “Fondo Bosques Tropicales para Siempre”, que busca 25.000 millones de dólares para la conservación. La cumbre también ha sido escenario de protestas. Manifestantes indígenas irrumpieron en la sede para exigir justicia climática, la protección de sus territorios y el fin de la explotación ambiental. Líderes indígenas llegaron en una flotilla de 200 barcos para presentar sus demandas, advirtiendo que más del 12% de sus territorios en la Amazonía están amenazados por proyectos extractivos. Paradójicamente, mientras acoge la cumbre, el gobierno de Lula enfrenta críticas por autorizar la construcción de la carretera BR-319, que atraviesa el corazón de la Amazonía.