La crisis diplomática no es un hecho aislado.

Las tensiones comenzaron en 2023, con el gobierno mexicano, entonces bajo el mando de Andrés Manuel López Obrador, mostrando su apoyo a Castillo y cuestionando la legitimidad del gobierno peruano.

Esta postura ha sido continuada por la administración de Sheinbaum. El gobierno peruano lamentó la decisión de México, calificándola de "unilateral, excesiva y desproporcionada", mientras que la Secretaría de Relaciones Exteriores de México no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios sobre la ruptura de relaciones. Este conflicto diplomático subraya las fracturas políticas en América Latina, donde las afinidades ideológicas entre gobiernos a menudo influyen en las relaciones exteriores y en la interpretación de las crisis institucionales de los países vecinos.