El conflicto en Sudán ha entrado en una fase aún más brutal y desesperada tras la toma de Al-Fashir, la última gran ciudad de Darfur que estaba fuera del control de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Esta victoria militar ha desatado una ola de violencia contra civiles y ha profundizado la que ya es considerada la mayor crisis humanitaria del mundo, mientras los esfuerzos diplomáticos por una tregua se muestran insuficientes.\n\nDesde abril de 2023, la guerra entre el ejército sudanés y las FAR ha dejado decenas de miles de muertos y 12 millones de desplazados. La caída de Al-Fashir ha provocado la huida de más de 65.000 personas, quienes han denunciado ejecuciones sumarias, violaciones, secuestros y violencia étnica. La máxima autoridad internacional en crisis de hambre (IPC) confirmó que la hambruna ya se ha asentado en Al-Fashir y Kadugli. Testimonios de sobrevivientes que llegaron al campamento de Tawila narran escenas de horror, con cuerpos sin enterrar en su camino. La Corte Penal Internacional ha advertido que los crímenes cometidos podrían constituir crímenes de guerra y de lesa humanidad.
En el plano diplomático, las FAR han aceptado una propuesta de tregua humanitaria impulsada por Estados Unidos, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, pero el gobierno militar aún no ha dado su consentimiento.
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que la situación se está "saliendo de control". El conflicto también tiene una dimensión económica y regional, ya que se libra en parte por el control de las minas de oro, con Emiratos Árabes y Egipto señalados como actores influyentes en la contienda.
En resumenLa toma de Al-Fashir por las FAR ha intensificado la violencia y la catástrofe humanitaria en Sudán, con denuncias de atrocidades masivas y una hambruna creciente. A pesar de los esfuerzos diplomáticos por una tregua, la guerra civil continúa sin una solución a la vista, dejando a millones de civiles en una situación de extrema vulnerabilidad.