La tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado un punto crítico debido al mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe desde 1994, una ofensiva que Washington enmarca en la lucha contra el narcotráfico pero que es percibida por Caracas y otros actores regionales como una amenaza directa al gobierno de Nicolás Maduro. Esta situación ha provocado una fractura diplomática en América Latina y ha puesto en alerta a la comunidad internacional.\n\nLa administración de Donald Trump ha autorizado ataques letales contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico en aguas del Caribe y el Pacífico, operaciones que han resultado en la muerte de al menos 67 personas. El secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha declarado que los ataques continuarán "hasta que cese el envenenamiento del pueblo estadounidense", y advirtió a los narcotraficantes: "Si quieren seguir vivos, dejen de traficar drogas. Si continúan traficando drogas mortales, los mataremos".
Esta retórica ha sido condenada por el papa León XIV, quien criticó la violencia y llamó al diálogo.
Aunque Trump ha afirmado que los días de Maduro "están contados" y que una guerra es improbable, no ha descartado una operación terrestre, y el Senado de EE.
UU. ha pedido frenar cualquier acción militar sin su aval.
Paralelamente, Washington evalúa ofrecer amnistía y exilio a Maduro si deja el poder y ha rescindido el Estatus de Protección Temporal (TPS) para cientos de miles de venezolanos.
Rusia ha reafirmado su apoyo militar y diplomático a Caracas, advirtiendo a EE.
UU. que una agresión agravará la crisis. La situación ha dividido a la región: mientras la líder opositora María Corina Machado respalda las acciones de Trump, presidentes como Lula da Silva de Brasil han criticado el despliegue y planean discutirlo en la cumbre CELAC-UE.
En resumenEl despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, justificado como una operación antinarcóticos, ha elevado la tensión con Venezuela a niveles sin precedentes. La estrategia de máxima presión de la administración Trump, que combina acciones militares, sanciones y diplomacia coercitiva, ha generado división en América Latina y ha implicado a potencias como Rusia, configurando un peligroso escenario geopolítico.