El paso del huracán Melissa, uno de los ciclones más potentes registrados en el Atlántico, ha dejado un rastro de muerte y destrucción en varias naciones del Caribe, provocando una severa crisis humanitaria que ha movilizado una respuesta de ayuda internacional. El huracán tocó tierra en Jamaica como una tormenta de categoría 5, con vientos de hasta 295 km/h, causando lo que la ONU describió como una “devastación sin precedentes”. El primer ministro jamaicano declaró al país como “zona de desastre”. La tormenta ha dejado un saldo de al menos 64 muertos en la región, afectando principalmente a Haití (al menos 31 fallecidos) y Jamaica (al menos 32 fallecidos), además de causar víctimas en Panamá y República Dominicana.
Los daños materiales se estiman en hasta 52 mil millones de dólares. En Cuba, el huracán impactó como categoría 3, obligando a la evacuación de más de 700,000 personas y causando graves inundaciones y daños en la infraestructura. La magnitud de la catástrofe ha superado la capacidad de respuesta de los países afectados, lo que ha desencadenado un esfuerzo de ayuda internacional. Organizaciones como la ONU y la Unión Europea, junto con países como Estados Unidos y Colombia, han comenzado a enviar suministros y asistencia.
Colombia, por ejemplo, ha despachado más de 246 toneladas de ayuda humanitaria, incluyendo alimentos, agua y combustible, a Cuba y Jamaica desde la Base Naval de Cartagena. La recuperación se anticipa lenta y costosa, con las economías locales, ya frágiles, enfrentando un “yugo” que las afectará por años, según funcionarios de la ONU.
En resumenEl huracán Melissa ha causado una catástrofe humanitaria en el Caribe, con decenas de muertos y una destrucción masiva en Jamaica, Haití y Cuba. La escala del desastre ha hecho necesaria una respuesta internacional coordinada para asistir a las millones de personas afectadas y comenzar la larga tarea de reconstrucción.