La batalla por Pokrovsk es un microcosmos de un conflicto que se ha convertido en una guerra de desgaste. Conscientes de esto, ambos bandos se preparan para una “guerra de años”. Rusia está impulsando su industria de defensa, con el conglomerado estatal Rostec presentando una hoja de ruta hasta 2036 para mantenerse como segundo exportador mundial de armas a pesar de las sanciones. Además, el presidente Vladimir Putin ha autorizado la creación de unidades de reservistas por contrato para proteger infraestructuras críticas.
Por su parte, Ucrania busca desesperadamente reforzar sus defensas antiaéreas para contrarrestar los ataques masivos con drones y misiles rusos, que han causado muertes de civiles y daños significativos a su red eléctrica.
En este esfuerzo, Kiev cuenta con el apoyo de Estados Unidos y aliados europeos. En el plano diplomático, Ucrania recibió un impulso significativo con el respaldo de la Comisión Europea para concluir sus negociaciones de adhesión a la Unión Europea para 2028, un objetivo geopolítico fundamental para el país en medio de la invasión.













