La creciente presencia militar de Estados Unidos en el Caribe ha elevado las tensiones con Venezuela a un punto crítico, enmarcada por Washington como una operación antinarcóticos a gran escala, pero percibida por Caracas como una amenaza directa a su soberanía. La administración del presidente Donald Trump ha autorizado el mayor despliegue militar en la región desde 1994, que incluye buques de guerra, aviones F-35 y submarinos nucleares. Oficialmente, la misión es una “guerra contra las drogas”, y se han reportado múltiples ataques contra presuntas “narcolanchas”, con un saldo de decenas de muertos. Sin embargo, funcionarios estadounidenses admiten en privado que la operación es parte de una campaña para derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, por quien se ofrece una recompensa de 50 millones de dólares. La retórica de Trump ha sido ambigua; por un lado, ha declarado que “Nicolás Maduro tiene los días contados”, pero por otro, ha descartado una invasión terrestre inminente.
El exembajador de EE.
UU. en Venezuela, James Story, afirmó que Washington está planeando “algo” en el país, aunque los detalles son inciertos.
La situación ha generado una profunda división en América Latina: mientras países como Trinidad y Tobago apoyan la ofensiva estadounidense, otros la ven con recelo.
El Gobierno venezolano ha calificado el despliegue como un “asedio criminal” y ha buscado reforzar sus alianzas, confirmando contactos con Rusia en medio de rumores sobre una solicitud de ayuda militar a Vladimir Putin. Esta escalada ha tenido consecuencias diplomáticas, como el aplazamiento de la Cumbre de las Américas, y ha generado temor en la región, afectando incluso a los pescadores de Trinidad y Tobago, que temen ser confundidos con narcotraficantes.
En resumenEl masivo despliegue militar estadounidense en el Caribe, justificado como una operación antidrogas, ha exacerbado la confrontación con el gobierno de Nicolás Maduro. La retórica de Donald Trump, que combina amenazas veladas con negativas de una invasión, junto a las acciones militares, ha fracturado la postura de la región y elevado el riesgo de un conflicto de mayores proporciones.