El gobierno de Darfur denunció el asesinato de más de 2.000 civiles, en su mayoría mujeres y niños, calificando la matanza de "genocidio". Un ataque a un hospital materno saudí dejó más de 460 muertos, entre pacientes y personal médico.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado las "atrocidades masivas" y ha mostrado su preocupación por el riesgo de crímenes a gran escala por motivos étnicos. En un intento por mostrar un compromiso con la justicia, las FAR anunciaron la detención de un comandante conocido como 'Abu Lulu', acusado de liderar la masacre, aunque organizaciones de derechos humanos dudan de la credibilidad de la investigación interna. La situación humanitaria es desesperada, con decenas de miles de desplazados llegando a localidades cercanas como Tawila y los hospitales colapsados.