Los combates en Pokrovsk son descritos como "feroces", y el comandante ucraniano Oleksander Syrskyi ha afirmado que sus tropas resisten ataques constantes, incluso en zonas residenciales.

La presión es inmensa, con el presidente Volodímir Zelenski citando una relación de fuerzas de "8 a 1" a favor de Rusia en ese frente.

Moscú busca utilizar Pokrovsk como base para avanzar hacia Kramatorsk.

Paralelamente, Rusia ha lanzado una campaña sistemática contra la red energética de Ucrania. En solo una semana, Zelenski reportó casi 1.200 drones, más de 1.360 bombas guiadas y más de 50 misiles de diversos tipos, que han causado muertos, heridos y cortes de energía en al menos diez regiones. El gobierno de Kiev sostiene que el objetivo de estos ataques es crear una "crisis humanitaria". En respuesta, Ucrania también ha causado daños en instalaciones eléctricas rusas y ha implementado un sistema de puntuación para sus equipos de drones, buscando mantener la motivación de los soldados. Ante la escalada, Zelenski ha reiterado que está dispuesto a mantener conversaciones de paz, pero sin ceder territorio, y ha solicitado a sus aliados europeos apoyo financiero para sostener el esfuerzo de guerra por "dos o tres años" más.