Estados Unidos acordó reducir los aranceles sobre productos chinos del 57% al 47% en algunos casos, y a un 10% para los precursores químicos del fentanilo.
A cambio, China se comprometió a reforzar la supervisión sobre el tráfico de estos componentes, reanudar la compra de soya estadounidense y suspender temporalmente los controles a la exportación de tierras raras, minerales estratégicos para la industria tecnológica y militar.
Pekín también mantendrá suspendidos por un año sus aranceles recíprocos sobre mercancías estadounidenses.
A pesar del tono optimista, el acuerdo es visto por analistas como un “resultado intermedio” y una “tregua frágil”.
Tras el encuentro, el presidente Xi advirtió sobre los riesgos de romper las cadenas de suministro, mientras que el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, reafirmó la intención de su país de diversificar sus redes de producción para reducir dependencias. Además, China solicitó a Estados Unidos oponerse a la “independencia de Taiwán”, manteniendo un punto de tensión geopolítica en la agenda bilateral.












