Las medidas buscan asfixiar las fuentes de financiamiento de la guerra en Ucrania, mientras Moscú responde declarándose “inmune” a las restricciones y planeando aumentos de impuestos internos para cubrir su creciente gasto militar. La administración Trump anunció sanciones que congelan los activos en territorio estadounidense de las petroleras estatales rusas Rosneft y Lukoil, una decisión celebrada por el presidente ucraniano Volodimir Zelenski como un “mensaje contundente y necesario”.

Esta medida responde, según Washington, al fracaso de los esfuerzos diplomáticos para lograr un acuerdo con Vladimir Putin.

Por su parte, la Unión Europea acordó su decimonoveno paquete de sanciones, que incluye una prohibición a las importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso y medidas contra la llamada “flota fantasma” de petroleros que Moscú utiliza para evadir restricciones comerciales. En un movimiento innovador, los líderes de la UE, reunidos en Bruselas, discuten un plan para utilizar los beneficios generados por los activos rusos congelados, estimados en 140.000 millones de euros, como garantía para un préstamo a gran escala destinado a Ucrania.

La respuesta de Moscú no se hizo esperar: la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, María Zajárova, calificó las sanciones como “contraproducentes” y advirtió que Rusia ha desarrollado “una fuerte inmunidad”.

Para financiar el gasto militar, el Kremlin aprobó un proyecto para aumentar el IVA del 20% al 22%.