La crisis se ha intensificado con la suspensión de la ayuda económica estadounidense a Colombia y amenazas de sanciones adicionales, poniendo en jaque una alianza histórica. La escalada diplomática se desató tras una serie de declaraciones del presidente Trump, quien calificó a su homólogo colombiano de “matón y un mal tipo” y lo acusó de ser un “líder del narcotráfico” que “fabrica muchas drogas”. Estas afirmaciones, realizadas desde el Despacho Oval, fueron acompañadas por el anuncio de la suspensión de “todos los pagos y subsidios a Colombia” y la amenaza de tomar “acciones muy serias” contra el país. A estas acusaciones se sumó el secretario de Estado, Marco Rubio, quien tildó a Petro de “lunático”. La respuesta del presidente Petro fue contundente, calificando las declaraciones de “calumnias” y anunciando que se defenderá “judicialmente con abogados estadounidenses en la justicia estadounidense”. Además, Petro sugirió que las acciones de Trump tienen un trasfondo político: “La magnitud del insulto de Trump a Colombia y a mí mismo ya no tiene el objetivo de alcanzar una estrategia eficaz antinarcotraficantes, sino afectar las elecciones de Colombia el año entrante”. Desde el gobierno colombiano, el ministro del Interior, Armando Benedetti, reaccionó con escepticismo al retiro de las ayudas, afirmando que dichos recursos principalmente benefician a empresas estadounidenses en la “guerra fallida contra las drogas” y, con tono desafiante, dijo: “Pues que las quite”. La crisis se profundiza con el llamado a consultas del embajador colombiano en Washington, Daniel García-Peña, y reuniones de alto nivel para intentar desescalar un conflicto que ya trasciende la retórica y amenaza la cooperación bilateral en seguridad, comercio y lucha antinarcóticos.