A pocas horas de su ingreso, el expresidente, que gobernó entre 2007 y 2012, defendió su inocencia, calificando el proceso como un “escándalo judicial” y asegurando que no teme a la prisión ni busca un trato especial. Su defensa ya ha interpuesto un recurso de apelación contra la sentencia y se prepara para solicitar la libertad condicional tan pronto como la normativa lo permita. El caso ha generado una enorme atención mediática en Francia, donde el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, anunció su intención de visitar a Sarkozy en la cárcel. El encarcelamiento del exmandatario es visto como una nueva y contundente etapa en la lucha contra la corrupción al más alto nivel en Francia, sentando un precedente significativo para la rendición de cuentas de los líderes políticos en el país y en el continente europeo.