Las manifestaciones, consideradas entre las más masivas en la historia del país, denuncian lo que los organizadores describen como las tendencias autoritarias y los “excesos” del presidente Donald Trump. Bajo la consigna “en Estados Unidos no hay reyes”, los manifestantes salieron a las calles para rechazar una serie de políticas de la administración Trump. Entre las principales críticas se encuentran el creciente uso del poder ejecutivo, la militarización de las ciudades con el despliegue de fuerzas federales, las medidas antiinmigrantes, las intimidaciones a medios de comunicación y los recortes a servicios públicos. Las protestas, que se han extendido a los 50 estados e incluso a ciudades europeas como Londres y París, han sido respaldadas por más de 200 organizaciones de la sociedad civil, incluyendo la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) e Indivisible Project.

Figuras políticas como el senador demócrata Bernie Sanders han participado activamente, denunciando que Trump y sus aliados están poniendo en peligro el autogobierno. Por su parte, el presidente Trump y sus simpatizantes han desestimado las movilizaciones, calificándolas de “anti-estadounidenses”, “radicales” y una manifestación de “odio contra América”. El movimiento “No Kings” insiste en que su objetivo es una defensa patriótica de la democracia y no una acción partidista, buscando unir voces en defensa de la libertad y la igualdad frente a lo que perciben como una deriva autoritaria.