El ejército israelí justificó sus acciones como una respuesta al “lanzamiento de un misil antitanque y disparos contra las tropas”, calificando estos hechos como una “flagrante violación” del acuerdo.

Por su parte, Hamás ha negado tener conocimiento de dichos enfrentamientos y ha denunciado que Israel ha matado a decenas de palestinos desde el inicio de la tregua. La tensión se ha visto exacerbada por una advertencia del Departamento de Estado de EE.

UU., que afirmó tener “informes creíbles” de que Hamás planea un ataque “inminente” contra civiles palestinos, lo que “socavaría los importantes avances logrados”.

Hamás rechazó estas acusaciones, calificándolas de “propaganda israelí engañosa” y, a su vez, acusó a Israel de armar y financiar a “bandas criminales” en Gaza.

Otro punto crítico es el intercambio de rehenes y cuerpos. Hamás ha devuelto los cuerpos de algunos rehenes israelíes, pero alega dificultades para recuperar los demás de entre los escombros. Israel, por su parte, ha condicionado la reapertura del paso de Rafah, crucial para la ayuda humanitaria, a la entrega de todos los cuerpos, mientras continúa repatriando cadáveres de palestinos como parte del acuerdo.