Los choques se han concentrado a lo largo de la disputada Línea Durand, una frontera impuesta durante el dominio británico que Afganistán no reconoce oficialmente.

La violencia ha afectado a varias provincias afganas, incluyendo Paktya, Paktika y Kandahar.

En respuesta a la escalada, la más grave entre ambos países en décadas, se pactó un cese de hostilidades de 48 horas con la mediación de Catar, el cual vence este viernes. Delegaciones de alto nivel de ambos países, encabezadas por el ministro de Defensa afgano, se reunirán en Doha para negociar una posible extensión del acuerdo y discutir medidas de distensión. El conflicto se enmarca en las acusaciones de Islamabad de que Kabul ofrece refugio al Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), un grupo insurgente que ataca a Pakistán desde territorio afgano.

La ONU ha instado a ambas partes a buscar un “fin duradero a las hostilidades” para proteger a la población civil, recordando sus obligaciones bajo el derecho internacional.

La crisis agrava la ya precaria situación humanitaria en Afganistán, que enfrenta una crisis económica y los efectos de recientes terremotos.