Este movimiento dio inicio a un plazo de 72 horas para que Hamás libere a los 48 rehenes israelíes restantes, de los cuales 20 estarían vivos.

A cambio, Israel se comprometió a liberar a unos 2.000 prisioneros palestinos.

El líder de Hamás, Jalil Al Haya, afirmó haber recibido garantías de los mediadores de que "la guerra ha terminado por completo".

Sin embargo, esta visión optimista contrasta con la postura del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien advirtió que Hamás será desarmado y Gaza desmilitarizada "por las buenas o por las malas".

La comunidad internacional observa con cautela; mientras los gazatíes experimentan su primera noche "tranquila" en meses y comienzan la ardua tarea de recuperar los cuerpos de entre los escombros, la desconfianza mutua y los objetivos a largo plazo diametralmente opuestos amenazan la sostenibilidad de la paz. La situación se complica aún más con informes de que Israel causó la muerte de 19 palestinos tras la entrada en vigor del acuerdo, y el escepticismo persiste en Cisjordania.