Según el análisis del historiador Mike Duncan, el «imperio estadounidense» ha superado su apogeo, y su degeneración se ha acelerado de manera predecible. Duncan señala que la política exterior de Trump ha generado desconfianza entre los aliados históricos. Tras la corrección que supuso la presidencia de Obama después de la guerra de Irak, la elección de Trump fue vista por el resto del mundo como una señal de inestabilidad. «Ahora el resto del mundo está mirando a un país que, dependiendo de cómo vayan las próximas elecciones, no se mantendrá fiel a nada de lo que nos hemos comprometido», afirma Duncan, lo que lleva a que «ya no hay ninguna razón lógica para hacer acuerdos a largo plazo con Estados Unidos». Este reajuste en las relaciones internacionales se manifiesta en acciones concretas, como los recortes de fondos y el aumento de aranceles que han afectado a naciones como Malawi, paralizando sectores clave como la salud y la educación en uno de los países más pobres de África. Asimismo, las tensiones comerciales con Brasil, aunque en vías de negociación tras una conversación entre Trump y el presidente Lula da Silva, y la imposición de nuevos aranceles a productos como los camiones, reflejan una política proteccionista que redefine el comercio global. En este contexto, la influencia de China crece a medida que ocupa los espacios dejados por Estados Unidos, planteando un escenario multipolar donde la primacía estadounidense ya no está garantizada.