El programa de Babis, calificado por algunos como el “Trump checo”, se centró en un discurso antiinmigración, crítico con la Unión Europea y reticente a continuar armando a Ucrania en su conflicto con Rusia. Tras cuatro años en la oposición, su regreso al poder podría alinear a la República Checa con las posturas de otros líderes de la región, como el húngaro Viktor Orbán, fortaleciendo así el bloque de países que desafían las políticas de Bruselas. La falta de una mayoría parlamentaria obligará a Babis a buscar alianzas, posiblemente con grupos marginales, para formar gobierno. Este escenario abre un período de incertidumbre sobre la futura política exterior checa y su rol dentro de la Unión Europea. La elección de Babis es vista como un reflejo del descontento de una parte del electorado con las políticas tradicionales y la integración europea, un sentimiento que ha ganado terreno en varios estados miembros y que podría tener implicaciones significativas para la cohesión del bloque y su respuesta a crisis internacionales como la guerra en Ucrania.