En las últimas semanas, fuerzas estadounidenses han destruido al menos cinco embarcaciones en la región, causando la muerte de 21 personas, según reportes oficiales.

El secretario de Defensa de EE.

UU., Pete Hegseth, afirmó que los ataques fueron ordenados por Trump para neutralizar buques afiliados a organizaciones terroristas.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, reaccionó enérgicamente, calificando los bombardeos como un “asesinato al pueblo caribeño” y asegurando que en dichas lanchas no viajan “narcoterroristas”, sino “jóvenes pobres del Caribe tratando de sobrevivir”. En respuesta, el gobierno de Nicolás Maduro ha puesto a sus fuerzas armadas en alerta, realizando ejercicios militares y preparando a la población civil para un posible “estado de conmoción exterior”. El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, denunció la presencia de aviones de combate estadounidenses cerca de su litoral como una “provocación”. La tensión se ve agravada por una investigación del FBI que vincula a los hijos de Nicolás Maduro con una red internacional de lavado de dinero. Según las autoridades federales, los acusados Arick Komarczyk e Irazmar Carbajal habrían facilitado la apertura de cuentas en EE.

UU. para los familiares del mandatario y sus asociados, en una trama que el director del FBI, Kash Patel, describió como “salvavidas criminales” para el régimen.