El eje de las conversaciones es una propuesta del presidente estadounidense Donald Trump, aceptada por Israel y parcialmente por Hamás, que busca poner fin a casi dos años de guerra. El plan contempla un alto el fuego inmediato, la liberación de los 48 rehenes restantes en Gaza en un plazo de 72 horas, y un intercambio por más de 1.900 prisioneros palestinos. Además, establece una retirada gradual de las tropas israelíes, el desarme de Hamás y la instauración de un gobierno de transición con tecnócratas. Hamás ha manifestado su disposición para un intercambio “inmediato” de prisioneros y para iniciar negociaciones, pero ha solicitado discutir detalles adicionales.

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó que Hamás será desarmado “con el ‘plan de Trump’ o por la vía militar”. A pesar del optimismo de Trump, quien celebró la posibilidad de una “paz duradera”, la violencia no ha cesado. Incluso después de su llamado a Israel para detener los bombardeos, se reportaron decenas de muertos en la Franja, incluyendo ataques en Ciudad de Gaza y Khan Younis. La crisis humanitaria es devastadora: la ofensiva israelí ha dejado más de 66.000 palestinos muertos, de los cuales al menos 453 han fallecido por hambre y desnutrición, y ha destruido el 78 % de las edificaciones del enclave. En este contexto, el papa León XVI ha expresado su dolor por el sufrimiento del pueblo palestino y ha pedido un alto el fuego, mientras que expertos de la ONU han advertido que el plan podría violar el derecho internacional.