El punto central del conflicto es el gasto en salud.

Los demócratas exigen que cualquier medida de financiación incluya la extensión de los subsidios del programa de seguros de salud conocido como Obamacare y la reversión de recortes en Medicaid. Por su parte, los republicanos, que habían propuesto extender el financiamiento actual hasta finales de noviembre, se niegan a ceder en estas demandas.

Ante el fracaso de las votaciones en el Senado, la Casa Blanca ordenó a las agencias federales iniciar sus planes para un “cierre ordenado”. Las consecuencias son inmediatas: suspensión de servicios “no esenciales”, cierre de oficinas públicas, museos y parques nacionales, y la suspensión temporal de empleo (furlough) de aproximadamente 750.000 trabajadores federales, quienes dejarán de recibir su salario.

El presidente Trump ha culpado a los demócratas por el estancamiento y ha amenazado con medidas “irreversibles”, como despidos masivos. El vicepresidente JD Vance, aunque responsabilizó a los demócratas, aseguró que “no queremos despedir a nadie”.

La parálisis también genera incertidumbre en los mercados financieros y podría afectar negativamente la calificación crediticia del país, con una posible reducción del crecimiento del PIB por cada semana que dure el cierre.