El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el bombardeo como “terrorismo deliberado”, mientras que Moscú sostuvo que sus objetivos eran de carácter militar.

La escalada provocó una reacción inmediata de los países vecinos.

Polonia, miembro de la OTAN, movilizó su aviación para asegurar su espacio aéreo y advirtió que derribará cualquier aeronave rusa que ingrese sin autorización. Paralelamente, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, negó ante la ONU cualquier intención de atacar a países de la Alianza, pero advirtió que cualquier agresión contra su país tendría una “respuesta contundente”. En este contexto, Ucrania ha ofrecido su experiencia en la lucha contra drones para la creación de un “muro de drones” en Europa, un proyecto que busca proteger el flanco oriental de la OTAN. Mientras tanto, Rusia continúa con sus esfuerzos de movilización, anunciando el reclutamiento de 135.000 jóvenes para el servicio militar obligatorio, aunque asegura que no serán enviados a Ucrania.