La administración de Donald Trump justifica su ofensiva militar como una operación contra el narcotráfico, dirigida a organizaciones como el Cartel de los Soles y el Tren de Aragua. En su discurso ante la ONU, Trump advirtió: “A todo matón terrorista que esté traficando drogas venenosas hacia los Estados Unidos de América, téngase por avisado: lo haremos saltar por los aires”.

Estas declaraciones se producen después de que Washington confirmara la detonación de al menos tres lanchas rápidas procedentes de Venezuela, con un saldo de 14 muertos. El presidente colombiano, Gustavo Petro, se sumó a la controversia, calificando estos ataques como un “acto de tiranía” y asegurando que las víctimas eran “jóvenes pobres” y no narcotraficantes. En respuesta a la presión estadounidense, que incluye pruebas de misiles balísticos frente a la costa de Florida, el gobierno venezolano ha iniciado una contraofensiva diplomática y militar. El presidente Maduro se reunió con los jefes de los poderes públicos para preparar un decreto que declararía el “estado de conmoción exterior”, una medida constitucional que le permitiría movilizar “todas las fuerzas de la sociedad venezolana para responder a las amenazas”. Caracas denuncia que el despliegue de Washington es un plan para “forzar un cambio de régimen”.

Paralelamente, se anunció la creación de una segunda zona económica binacional entre Colombia y Venezuela en la región amazónica para fortalecer la cooperación.