El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó la medida como una “recompensa para los terroristas de Hamás por sus horribles atrocidades, incluyendo las del 7 de octubre”.

Israel, por su parte, aseguró que daría su “respuesta” a los anuncios y procedió a cerrar “hasta nuevo aviso” el principal puesto fronterizo entre Cisjordania y Jordania.

Alemania mantuvo una posición más cautelosa, afirmando que el reconocimiento solo debería ocurrir al concluir un proceso de negociación. La situación ha generado una grieta visible entre Washington y sus aliados tradicionales, con protestas masivas en países como Italia exigiendo a sus gobiernos sumarse al reconocimiento y condenar lo que denominan el “genocidio en Gaza”.