El crimen ha sido instrumentalizado por figuras de alto perfil del movimiento MAGA, incluyendo al presidente Donald Trump, para atacar a sus oponentes ideológicos.

Kirk, de 31 años y fundador de la organización juvenil de derecha Turning Point USA (TPUSA), fue asesinado a tiros el 10 de septiembre mientras hablaba en una universidad en Utah. Las autoridades arrestaron a un sospechoso de 22 años, Tyler Robinson, quien citó como motivo de su crimen el "odio" que, según él, Kirk alimentaba con su discurso. A pesar de que el gobernador de Utah, Scott Cox, reconoció que el asesino "es uno de los nuestros", refiriéndose a su origen en una familia conservadora y mormona, la narrativa dominante en el sector conservador ha sido culpar a la "izquierda radical". El presidente Trump calificó a Kirk de "mártir de la verdad y la libertad" y encabezará una gran ceremonia de homenaje en Arizona, prometiendo "mano dura contra el 'terrorismo doméstico' por parte de la izquierda". El asesinato ha sido utilizado para criminalizar cualquier pensamiento opositor, y las consecuencias han trascendido al ámbito laboral, con despidos de personas que expresaron opiniones contrarias a las de Kirk en redes sociales. En medio del luto, la organización TPUSA ha nombrado a Erika Kirk, viuda del activista, como su nueva directora ejecutiva, asegurando la continuidad del movimiento que, según reportes, ha visto un aumento masivo de interés y apoyo desde el crimen.