El Ministerio de Defensa ruso negó cualquier irregularidad, afirmando que sus naves realizaron un "vuelo programado" sin salirse del recorrido estipulado. Sin embargo, Estonia denunció que se trata de la cuarta violación de su espacio aéreo por parte de Rusia en lo que va del año. Este evento se suma a la detección por parte de la Guardia Fronteriza polaca de otros dos cazas rusos en el mar Báltico, lo que ha sido calificado como un "comportamiento provocador". Estos incidentes ocurren en un contexto de alta tensión debido a la guerra en Ucrania y ponen a prueba la capacidad de respuesta de la Alianza Atlántica, que ha reforzado su presencia en la región del Báltico para disuadir futuras agresiones.