El narcotráfico ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno globalizado con una expansión sin precedentes.

La producción de cocaína ha alcanzado máximos históricos, las rutas de tráfico se han diversificado y el consumo se ha masificado en todas las regiones del mundo. Los carteles mexicanos, como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, se han consolidado como actores transnacionales con presencia en los cinco continentes. Estas organizaciones operan como verdaderas multinacionales del crimen, controlando la producción, el tránsito, el consumo y el blanqueo de dinero, y han demostrado una gran habilidad para forjar alianzas con grupos criminales locales. La ofensiva de la Policía Nacional de Colombia contra el ‘Clan del Golfo’ es un ejemplo de la lucha contra estas estructuras, con la captura de 38 integrantes en seis departamentos, incluyendo a alias ‘Carlos’, un cabecilla que coordinaba el envío de hasta seis toneladas de cocaína mensuales hacia Centroamérica y Estados Unidos. La magnitud del problema es tal que el gobierno colombiano ha logrado cifras históricas de incautación, con 889 toneladas de cocaína en 2024, en un esfuerzo por impactar las finanzas de estas redes y evitar que millones de dosis lleguen a las calles del mundo.