El saldo de la represión varía según los informes, con cifras de entre 19 y 25 muertos y más de 347 heridos. La presión social y política, incluyendo la renuncia de cinco ministros, forzó la dimisión del primer ministro Oli.

Sin embargo, su renuncia no calmó los ánimos.

Los manifestantes incendiaron el Parlamento, la Oficina de la Presidencia, el Tribunal Supremo y las residencias privadas de Oli y otros líderes políticos.

Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, murió calcinada en uno de estos ataques.

El levantamiento, descrito como un movimiento sin precedentes, paralizó el tráfico aéreo y sumió al país en el caos, llevando al Ejército y al alcalde de Katmandú a hacer un llamado urgente a la calma.