Durante la madrugada del domingo, las fuerzas rusas desplegaron más de 800 drones y 13 misiles en un asalto que duró varias horas. El techo y los pisos superiores del edificio del Gabinete de Ministros de Ucrania, sede del gobierno en Kiev, sufrieron daños significativos por un incendio, presuntamente causado por el derribo de un dron. La ofensiva dejó al menos cinco muertos, entre ellos una mujer embarazada y su bebé, y más de 20 heridos en distintos barrios residenciales de la capital.

La primera ministra, Yulia Svyrydenko, declaró: “Reconstruiremos lo destruido.

Pero las vidas perdidas no se pueden recuperar.

Rusia continúa aterrorizando y asesinando a nuestro pueblo a diario”, e instó a intensificar las sanciones contra Moscú.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, condenó el ataque como un “crimen deliberado y un intento de prolongar la guerra”, especialmente tras su reciente visita a París para discutir garantías de seguridad. Por su parte, el presidente ruso Vladímir Putin había sugerido que Zelenski viajara a Moscú para negociar, una propuesta que el líder ucraniano rechazó tajantemente en una entrevista, afirmando: “No puedo ir a la capital de este terrorista”, y acusando a Putin de “jugar con Estados Unidos”.