También admitió que la presión mediática sobre su familia había hecho la situación "insostenible". El primer ministro Starmer expresó en una carta manuscrita estar "triste" por la renuncia, pero la calificó como la "decisión correcta". La crisis se agravó con la destitución de otras figuras del partido, consideradas las primeras víctimas de una reestructuración que podría ser más amplia. La salida de Rayner como líder adjunta del Partido Laborista, un cargo elegido de forma independiente, abre además una contienda interna que amenaza con fracturar a la formación política en un momento de debilidad.

Críticos conservadores afirmaron que su permanencia había sido "insostenible durante días" y reprocharon a Starmer no haberla despedido antes.

Rayner deberá pagar 40.000 libras adicionales en impuestos, además de una posible multa.