Un incidente reciente involucró el avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuyo sistema GPS fue bloqueado al aterrizar en Bulgaria, un acto que Bruselas sospecha fue perpetrado por Rusia. El equipo de Von der Leyen confirmó la "flagrante interferencia" y señaló que, aunque el avión aterrizó sin incidentes usando mapas físicos, el suceso "subraya la urgencia" de reforzar las capacidades de defensa europeas. Una portavoz comunitaria declaró que "las amenazas y la intimidación son un componente habitual de las acciones hostiles de Rusia".

Este tipo de interferencias se ha vuelto "casi cotidiano" en el flanco oriental de Europa, afectando el transporte aéreo y marítimo. En el frente de batalla, la guerra en Ucrania sigue cobrando vidas. Ataques rusos con drones dejaron sin electricidad a unos 60.000 hogares en las regiones de Odesa y Cherníhiv.

En Zaporiyia, se reportaron dos muertes por ataques aéreos.

Paralelamente, la política interna ucraniana fue sacudida por el asesinato del expresidente del Parlamento, Andrii Parubii, una figura proeuropea.

El presidente Volodímir Zelenski anunció rápidamente la detención de un sospechoso, quien, según dijo, "ha ofrecido su testimonio inicial". El jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, atribuyó el crimen a "las balas del enemigo", en una clara alusión a Rusia. Mientras tanto, el presidente ruso, Vladímir Putin, desde una cumbre en China, culpó a Occidente de provocar el conflicto, afirmando que fue "el resultado de un golpe de Estado en Ucrania, el cual fue apoyado y provocado por Occidente".