Este episodio se agrava por el contexto en que ocurrió: semanas después de la llamada, la disputa territorial escaló a un conflicto de cinco días que dejó decenas de muertos y miles de desplazados, provocando protestas masivas en Bangkok donde se le calificó de “traidora”. La destitución representa un nuevo golpe para la dinastía política Shinawatra, que ha visto a cuatro de sus miembros apartados del poder por vías militares o judiciales desde 2006. El partido gobernante, Pheu Thai, queda debilitado, y los analistas políticos prevén un escenario de incertidumbre que podría desembocar en nuevas elecciones en abril de 2026, mientras la tensión con Camboya sigue latente.