En este contexto, el presidente Trump ha elevado el tono, advirtiendo que “habrá consecuencias” si Putin y Zelenski no logran reunirse para discutir una solución. Trump, quien ha manifestado su confianza en la diplomacia personal, ha insistido en que su homólogo ruso desea la paz, pero admite la falta de un acuerdo claro entre Estados Unidos y Europa sobre el tipo de garantías que se le ofrecerían a Kiev. Esta falta de un frente común occidental debilita la posición negociadora y prolonga la incertidumbre.

La situación en el terreno sigue siendo volátil. Mientras la diplomacia se encuentra en un punto muerto, la guerra continúa, afectando tanto a la población local como a combatientes extranjeros. Se ha reportado que ciudadanos rusos que se oponían a la guerra por escrito han terminado tomando las armas del lado ucraniano, y que dos ciudadanos colombianos, acusados de actuar como mercenarios para Ucrania, se declararon culpables ante un tribunal en Moscú, enfrentando penas de hasta 15 años de prisión. La presión de Trump busca romper el estancamiento, pero la complejidad de las garantías de seguridad y la desconfianza mutua entre las partes mantienen la paz como un objetivo lejano.